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Temas, tendencias y modas en política: mucho está dicho, nada está escrito

¿Se ha puesto a pensar el distinguido lector cómo en el escenario electoral actual y bajo las circunstancias en las cuales estamos, todavía haya gente que se sienta atraída por las propuestas políticas tradicionales?

¿Ha pensado por casualidad también cómo se puede seguir a algo o a alguien SIN SABER ABSOLUTAMENTE NADA SOBRE LO QUE ESE ALGO O ALGUIEN PROPONE?

¡Imposible!, ¿verdad?

Usted sabe que no es tan imposible, hay gente que sigue cosas de manera inconsciente, sobre todo en política latinoamericana. Sí, también hay quienes lo hacen “demasiado conscientemente”, pero esos no son los protagonistas de este escrito. Ellos también tendrán sus líneas cuando toque. Pero no ahora.

Pienso que lo anterior se justifica a partir del momento en el cual el cambio social y tecnológico nos ha llevado a acceder a una gran cantidad de información más allá de la que a veces nuestros cinco sentidos pueden percibir y entonces quedamos “infoxicados” (Intoxicados con información) y desde ese estado, para liberar cargas emocionales y sociales, nos ponemos a seguir temas y no marcas, como dice un jefe que tengo, -y a veces sin sentido-, agrego. Si se siguen temas y no marcas por una (circunstancial, llamo) analogía, entonces se pueden seguir propuestas Y NO CANDIDATOS, y aquí está la intención subyacente de este escrito: a veces, si se manejan los temas correctos, se puede orientar la matriz de opinión e inclusive la intención de voto así sea por alguien que no gusta o con muy mala imagen, invocando el hecho de que la gente, para no revelar su nivel de (des) conocimiento del tema político esencial, expresa y toma una decisión para no quedar mal ante los demás. Fíjense cuán cierto es esto, que actualmente el tema no es por quién votar: el tema real es votar o no hacerlo.

De lo anterior puede inferirse que existen múltiples analogías entre la venta y promoción de una propuesta electoral y la venta y promoción de un producto cualquiera. La sagacidad estará en el diseño inteligente de pactos para que esas analogías surtan el efecto deseado en el momento y lugar adecuados para lograr la voluntad e intención de voto favorable: la propuesta debe “venderse” en forma eficiente.

Para quienes sientan suspicacia de lo que expreso aquí, repito mi propuesta de otros escritos a que busquen e investiguen cómo ganó “El Bronco” las pasadas elecciones en Nuevo León, México.

El planificador político-electoral debe saber manejar esta alquimia para la estructuración de propuestas: a partir del momento en el cual su talento es contratado, debe hacerse de información veraz y precisa sobre los actores, los elementos (que no es lo mismo), los espacios y las leyes que rigen en el escenario electoral, para, de manera inteligente, manejar los temas en boga, las tendencias de pronóstico seguro y sacar provecho estratégico de las modas que puedan estar presentes en el contexto para el momento electoral.

Para esto, definitivamente es necesaria la adquisición formal de destrezas técnicas. Se puede tener muy buena intención, pero sin el conocimiento será un triste desperdicio de tiempo y dinero. Hoy día la gran pregunta es ¿cuál de estas dos pérdidas es la peor? ¿Tiempo o dinero?

No sea usted quien le ponga rostro a la respuesta: sea usted quien le ponga rostro a la victoria.

@Joalsaro

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