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Planificadores electorales: ni magos, ni brujos, ni genios de la lámpara

Siendo la política la ciencia del cómo hacer las cosas, sorprende a veces encontrarse con alternativas políticas que pareciese que son expertas en el cómo hacer pero que, en forma por demás increíble, no han definido formalmente el qué hacer; lo anterior ha generado en gran parte los escenarios políticos más asombrosos y surrealistas en nuestros países latinoamericanos, incluyendo esta “Tierra de Gracia”.

Hablemos claro: la razón de ser de un partido político es LLEGAR AL PODER: así de claro y sencillo, y ahora viene la pregunta, ¿para qué?

La respuesta: llegar al poder para que, investido del mismo, se convierta en la representación oficial de la mayoría electoral resultante y transformar de manera evolutiva el modelo de espacio humano que le ha tocado en suerte gobernar para, de esa forma, garantizar el bienestar de las personas en un ambiente de prosperidad igualitaria y trascendente. Lo que ocurra después es realmente colateral: que al partido lo respeten, lo valoren y que ingresen militantes emocionados con su postura política debe ser la resultante de demostrar solidez y eficiencia en la forma de pensar y hacer.

Pero, ¿qué ha pasado? Bien, que desde hace un tiempo los partidos políticos en general se han convertido en simples centros de acopio de votos, esto refleja una total presbicia estratégica ya que un partido político debe ser un lugar para la discusión y expresión de ideas, buscando el logro de objetivos orientados hacia el bien común, donde las personas, sin otra distinción que la emoción de defender una determinada forma de proceder basada en un código de conducta y valores específicos, pintan un escenario deseado con unas características tan buenas y positivas que ese escenario, al mostrarlo, impulsa el establecimiento de un vínculo empático entre él y las grandes masas, creando un sentimiento aspiracional que genere una intención de voto.

Todo lo anterior debe encontrar su entonación respectiva dentro de la estrategia del partido. El planificador político-electoral debe verificar que la propuesta que vaya a impulsar tenga esa solidez, so pena de que le “pidan” que haga magia y fabrique estrategias electorales sobre la base de discursos incompletos referidos a un pensamiento crudo y básico, porque sencillamente en el partido NO HAY QUIEN REGISTRE O ESCRIBA DOCTRINA DEL PARTIDO. ¿La resultante?: alto riesgo de no materializar la estrategia ni sus objetivos por andar sobre caminos operativos gelatinosos.

De lo anterior debe concluirse que crear un partido político es mucho más que una gran responsabilidad: es la enunciación al mundo de una forma de vida y de proceder basada en valores que un grupo determinado de personas decidió honrar para su bien, el bien de los suyos y el de las generaciones futuras y que, por lo tanto, debe tener un registro serio, constante y claro para que haya trascendencia en el esfuerzo. Esa honra a la conducta y los valores debe estar alineada con un discurso argumentativo que no tenga sombras ni resquicios de donde los oportunistas puedan sacar provecho: debe ser una proclamación de concordia, de tolerancia y de prosperidad sobre la base de garantías diseñadas para que las personas logren sus sueños empleando el trabajo, el estudio y el respeto a las leyes  como herramientas para el logro.

El planificador político electoral debe extraer de la doctrina del partido que apoye, todos esos elementos virtuosos y transformarlos en líneas de acción trascendente que ingresen en el discurso electoral como promesa del pacto entre el equipo de la proposición electoral y el electorado, que siempre estará deseoso de escuchar ideas y proyectos políticos con consistencia y alineación cultural y moral, más allá del nivel académico que tenga esa gran masa de personas buscando respuesta a sus expectativas.

Quizás el lector pensará: pero, … ¡no hay suficiente tiempo para tanto! ¡son demasiadas cosas por extraer, analizar, integrar todo en un discurso coherente y mostrarla en un lenguaje sencillo que enganche corazones! A lo que este servidor con todo respeto le responderá: por eso es que el trabajo del planificador político-electoral es tan importante y tan necesario, por eso es que se requiere de preparación sólida, de voluntad férrea y de visión prospectiva aguda, porque él es el principal causante de que, para todo, el tiempo A L C A N C E, y eso no es magia, es capacidad técnica y disciplina combinadas para lograr los objetivos deseados. 

@Joalsaro

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