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¿Piensan estratégicamente los líderes de los partidos venezolanos?

Por: Alicia Sepulveda | Economista

Los partidos políticos se definen como instituciones encargadas de agrupar preferencias políticas de una sociedad para construir en función del interés general. Autores como David Easton plantean que son “canales de transmisión hacia los poderes públicos de las demandas de la población, mediante los cuales se decide qué políticas públicas deben efectuarse para garantizar la convivencia pacífica y el progreso”.

Así, los partidos se constituyen en instituciones necesarias para el desarrollo de la democracia en los países; para ello, sin embargo, deben superar su limitado papel de asociaciones electorales y articularse como verdaderos elementos de representación de los intereses de la población. Ello constituye un reto estratégico y es de allí de donde surge la pregunta, ¿piensan estratégicamente los líderes de los partidos políticos venezolanos?, es decir, piensan en función de articular el poder público para la convivencia pacífica o simplemente se quedan en  las limitaciones electorales.

Los partidos deben ser instituciones sólidas, organizaciones estructuradas que no solo funcionen en épocas preelectorales o para elecciones; deben constituirse en el ámbito a través del cual los que desean hacer carrera política puedan tener la posibilidad de llegar al poder: el partido debe ser el ente que le dé nombre, despierte confianza en la ciudadanía y reputación al individuo que quiera representarlo. Es esto lo que permitirá el desarrollo democrático de las sociedades.

Ahora bien, ese individuo avalado por un partido, y quienes dirigen esos partidos, deben cumplir una serie de condiciones que les permitan establecer un plan que desarrolle, por un lado un programa de políticas públicas (deseable para mí que coloco el foco en la propiedad) que cree en los ciudadanos los incentivos necesarios para generar riquezas, y promueva el desarrollo del individuo; y por otro lado, la estrategia de campaña electoral necesaria para acceder al cargo de elección pública que ponga en funcionamiento dicho programa. Ello pasa por construir estrategia y ser estratega.

Cuando se refiere a partidos políticos el término estrategia tiene diversos significados. Y aunque la más relevante es la que se dirige a la “estrategia electoral”, preservar el partido requiere de “estrategia organizativa”, es decir, tender a la integración de las funciones y las unidades de una organización en una táctica más coherente y amplia. Este tipo de gestión estratégica requiere capacidad para mejorar la organización del conjunto del partido en situaciones de complejidad e incertidumbre.

En la práctica, la estrategia electoral y la estrategia organizativa se solapan con frecuencia. Sin embargo, una buena estrategia organizativa coloca al partido en una posición mejor para llevar a cabo una buena campaña y crecer electoralmente.

En Venezuela se vivió durante el siglo pasado un fuerte deterioro dentro de los partidos políticos, que en lugar de constituirse en instituciones con las características previamente señaladas, secuestraron los factores de poder y “enquistaron” en él algunos personajes que por los resultados parece que nunca pensaron en función del bien común (entendido este como las condiciones que ofrecen la  posibilidad de que cada quien, sin entorpecer al otro, pueda alcanzar sus fines más valorados), sino que construyeron un entramado para que el ciudadano valorara cada vez más la anti política, con lo que se llegó a la situación actual. Personajes que aún se mantienen “vigentes” en el acontecer político.

En todo caso, el estratega, y esencialmente, quien dirige un partido político, debe desarrollar funciones de liderazgo institucional que le permitan definir la misión y su función institucional, la conformación institucional de propósitos, la defensa de la integridad institucional y la mediación en conflictos internos. Además debe tener las habilidades de mantenerse informado, enfocando tiempo y energía; de jugar el juego del poder, y salir del paso con propósito; y en el caso venezolano, defender la libertad.

Si como ciudadanos nos tomamos el tiempo para realizar una evaluación de quienes aparecen como líderes de partidos políticos, creo que nos conseguiríamos que esas funciones y habilidades están desarrolladas en muy pocos. Y es allí donde debería ser colocado el foco para el restablecimiento de la democracia.

Entender la democracia como el único sistema existente que defiende los principios de la libertad –derecho fundamental para la pacificación y justa convivencia de nuestra civilización- pasa por el rescate de los partidos y, sobre todo, convertir al dirigente político en estratega.

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