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Objetivos, metas, tareas y sub-tareas: retos del planificador político-electoral

Definitivamente, diferenciar con argumentos sólidos la diferenciación entre objetivos, metas, tareas y sub-tareas, comprometería tanto la extensión de este artículo como el tamaño de la página web que lo está alojando. No obstante, existen pocos conceptos que necesiten estar más claros en la mente de un planificador que los mencionados en el título de este escrito, al punto de que dependiendo del nivel de dominio que ese planificador tenga de esos términos, dependerá el manejo más o menos eficiente del talento y de los recursos técnicos y financieros para materializar con sentido culminante las intenciones del grupo que asesora.

Aunque son considerados por la gran mayoría como sinónimos, es en la mente del planificador donde hará falta la habilidad para escalonar estos vocablos con el objeto de configurar un plan, justificando en forma inteligente y, por tanto, eficiente el empleo de los recursos operativos en la ejecución de un plan.

Respetando a puristas, ortodoxos y fundamentalistas, presento el escalonamiento que me ha permitido poner orden en el todo complejo de la planificación estratégica que me ha tocado en suerte diseñar. Siéntase el lector cómodo de hacer la suya propia, pero téngalo por seguro: si no llega a hacer esta discriminación, prepárese para enfrentar las consecuencias de los esfuerzos perdidos y de las luchas de poder intestinas por obtener protagonismos injustificados.

Comencemos:

Un objetivo es un estado final deseado, bien sea de conquista de un espacio o de materialización de un escenario donde todas las variables están bajo nuestro control. Para lograr un objetivo, dependiendo de la complejidad para lograrlo, es conveniente plantearse varias metas orientadas hacia él, que pueden definirse como productos consecuentes del cumplimiento de tareaslas cuales se precisan como los resultados del despliegue de la capacidad transformadora (o trabajo) para lograr un fin y que tienen un plazo determinado de cumplimiento. Las tareas pueden requerir del concierto de dos o más personas para llevarse a cabo, y esas personas por separado pudieran llevar a cabo sub-tareas que son actividades conceptualmente simples que poseen inicio y fin definidos por naturaleza o por imposición.

Simple, ¿Verdad?

Pues no lo es tanto: muestra es la existencia de cientos de casos en los que personas han querido ser reconocidas por el excelente cumplimiento de una sub-tarea como si hubiesen logrado un objetivo, o las del otro extremo, a quienes se les asigna un objetivo y adoptan una actitud superficial -e inclusive tibia- atribuible, quizás, a una subtarea.

En cualquiera de las formas en las que el planificador decida compartimentar este tipo de eventos operativos, debe honrarlos de principio a fin: lo anterior potenciará en forma sólida la organización de los talentos en torno a las intenciones y a los resultados deseados. El planificador político-electoral debe comprender que a cada quien, dependiendo de la trascendencia del trabajo, le corresponderán facultades y recursos proporcionales, así como también los grados de responsabilidad ante el éxito o la falla en el logro.

Planificar es el 50% del éxito. De ese 50%, el establecimiento claro de los objetivos, metas, tareas y sub-tareas es casi el 80%.

Del establecimiento inteligente y claro de estos espacios de productividad es muy probable que surjan los eventos que determinen las grandes transformaciones de un país o, por el contrario, el nacimiento de un espacio donde solamente existan “muertos recogiendo basura”: y aquí pongo las comillas para finalizar con respeto este escrito.

@Joalsaro

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